Esta calle no tiene salida para mis ojos, a un lado u otro siempre una pared choca contra mi mirada. Miro abajo y solo tengo empedrado, pero tengo la esperanza de mirar hacia arriba y perderme por un momento en este cielo que a todos nos acompaña estemos donde estemos... pero al levantar la vista me doy cuenta que no hay estrellas.
Podría esperar a que oscureciera más, a que la noche se terminara de asentar, pero seguiría sin ver ninguna estrella. Lo máximo que podría llegar a ver sería alguna luz de algún avión perdido en este cielo que a tantos nos rodea y que con tan poco nos obsequia.
Todavía recuerdo esas noches de verano, en las que Lorena y yo salíamos de casa con la cena en una mano y una esterilla en la otra. Creo que no pasábamos de los 13 años, andábamos apenas unas calles detrás de mi casa, extendíamos las esterillas y nos sentábamos en silencio a ver las estrellas mientras cenábamos.
Me encantaba sentir ese manto de luces que adornaban el cielo con total plenitud e incluso a veces podíamos soñar con algún deseo cuando alguna de esas luces atravesaba el cielo de lado a lado.
Ahora si volviera al mismo sitio,
también volvería a ver esas estrellas pero las miraría de otra manera.
y no creo que pudiera dejar la mente totalmente en blanco
como la dejaba antes.

¡Hola!
ResponderEliminarLo cierto es que está haciendo mucho calor y hasta bien entrada la noche no hace indicios de marcharse... Por lo menos aquí, en Valencia.
A mí también me gusta mucho mirar las estrellas. El año pasado salía a la terraza, me tumbaba en la hamaca tapada con una toalla (porque en Mallorca, por las noches sí que refresca. Al contrario que aquí).
Así me podía pasar horas.
Simplemente ha sido una entrada perfectamente preciosa, también he vivido ese tipo de noches y he sentido lo mismo :) Un beso!
ResponderEliminarME encantan las estrellas, sobre todo en verano... me vuelve loca.
ResponderEliminarMuchas gracias Gata Dormida.
besoss!!!